Estas elecciones las
convocaron para intentar
“reconducir el resultado de las anteriores generales”
y
no han conseguido su objetivo.
El PP que ha sido el
principal ejecutor de los recortes durante estos años
NO ha ganado las
elecciones.
Tan sólo un 22% del censo ha votado al PP.
Sólo ha recuperado una
ínfima parte (600.000) de
los tres millones y medio de votos que había perdido.
Frente al clima de
opinión que se ha estado difundiendo durante estos días, la realidad es que es
una
inmensa mayoría la que ha votado por un cambio en el gobierno, contra
los recortes y por la regeneración democrática. Más de 14.992.601 personas han
votado en esta dirección (sumando PSOE, UNIDOS PODEMOS, CIUDADANOS, las
confluencias de Podemos, y por supuesto Recortes Cero, UPYD, BNG, PACMA....) y
sólo 8.763.000 han votado al PP, CIU, PNV, VOX...
Situar al PP como ganador o
similar es erróneo y ahora mismo se corresponde con un clima de opinión que
tiene como objetivo que el renunciemos a
batallar por los intereses populares y le entreguemos el gobierno en
bandeja y no sólo eso es una ofensiva ideológica que busca generar desencanto y
desmovilización en los sectores más adelantados
Los principales centros de poder y la oligarquía española, que buscaban
“corregir” los resultados del 20D, han fracasado el 26J.
Han
tratado de despejar los obstáculos que impidieron tras el 20-D un nuevo gobierno
del PP y han fracasado. Por el contrario, se ha vuelto a manifestar una amplia
mayoría social contra los recortes y por la regeneración democrática.
El
largo ciclo electoral, abierto con las andaluzas en marzo de 2015 y culminado
con la generales del 26J, ha dado como resultado una nueva correlación de
fuerzas política más favorable a los intereses populares y más desfavorable
para los proyectos del FMI y Berlín. Determinado por el avance de una
mayoría social contra los recortes y por la regeneración democrática que se
ha convertido en la fuerza principal en la política nacional. Y provocando un
agudo retroceso de los principales gestores de la Troika, especialmente el PP.
Tras
el 20D, una mayoría de votos contra los recortes cerró el paso a las
alternativas hasta ahora “naturales” de gobierno, plasmado en la doble renuncia
de Rajoy a presentarse a la investidura. Todos los esfuerzos se centraron
entonces en impedir la formación de un gobierno progresista de unidad contra
los recortes y por la regeneración democrática, esperando en unas nuevas
elecciones poder “corregir” el voto de protesta expresado el 20D.
El
26J el voto contra los recortes y por la regenración democrática ha vuelto a
convertirse en una amplia mayoría, con el apoyo de 15 millones de electores -
un 171% de los votos de las candidaturas que defienden las políticas de
recortes -. Lo que supone el 63,1% de los votos, una holgada mayoría absoluta
social contra los recortes.
Los
690.000 votos recuperados por el PP respecto al 20D no ocultan que ha
perdido 2,9 millones de votos respecto a las generales de 2011, y 2,3 millones
si cogemos como referencia 2008.
El
PP representa menos de un tercio de los votos y solo un 22,5% del censo. Los
137 diputados conquistados suponen un mínimo histórico, nunca un gobierno ha
sido investido con una base electoral tan débil.
Los
mismos voceros del “Imperio” son conscientes de esto. Así afirma The Wall
Street Journal que “con esta victoria agridulce, el PP atraviesa las mismas
dificultades para formar gobierno”, o The New York Times que “la repetición de
las elecciones no es capaz de aclarar el futuro político de España”.
El
avance del saqueo que sufre España, que afecta y ataca frontalmente al 90% de
la población, ha provocado la irrupción, con una influencia política
desconocida, de una mayoría social contra los recortes y por la regenración
democrática. Mayoría que alcanzó por primera vez traducción electoral en las
europeas de 2014, con más de 6 millones de votos, un 40% del total. En las municipales
y autonómicas se convirtió ya en una mayoría de 10,6 millones de votantes, el
55,18% del total. Y en las generales del 20D llegó a representar 16,5 millones
de votos, más del 70%.
El PP, el principal gestor de los recortes de la
Troika y la oligarquía, ha salido profundamente debilitado de este largo envite
electoral. Si primero vio cerradas las puertas del gobierno en Andalucía, dos
meses después en las municipales y autonómicas perdía buena parte del enorme
poder territorial que atesoraba. Tras el 26J su suelo electoral - antes situado
en 9 o 10 millones de votos - ha descendido a solo 7 u 8 millones.
La alternativa política principal de la Troika y
la oligarquía es la de imponer un nuevo gobierno del PP - con el respaldo o la
abstención de PSOE y Ciudadanos - que permita garantizar la ejecución de los
“compromisos internacionales” adquiridos. Pero su ejecución sigue enfrentando
serias dificultades y resistencias.
Esos “compromisos” pasan por, en el terreno económico,
convertir en estructural el grado de saqueo y expolio alcanzado, para
intensificarlo a lo largo de 2016 y 2017. La UE exige un nuevo paquete de
recortes (inmediato de 8.000 millones, en dos o tres años de 23.700 millones)
para cumplir con los objetivos de reducción del déficit.
El desembarco del gran capital extranjero, que a principios
del 2016 ya era casi del 50% del tejido productivo nacional, aumenta,
amenazando incluso a “joyas de la corona” oligárquicas, como FCC, Abengoa, OHL
o Banco Popular. Además del aumento de las presiones sobre Bankia que debe
privatizarse antes del 2018. Por otra parte se preparar otra “vuelta de tuerca”
en la reforma laboral, para intensificar el saqueo sobre los salarios, y un
nuevo asalto a las pensiones públicas, como estamos comprobando estos días con
la hucha de las pensiones.
En el
terreno militar pasan por blindar el nuevo papel que España ya está jugando en
la estructura bélica de EEUU. España encabeza este año tres estratégicas
misiones de la OTAN: el mando de las fuerzas terrestres de despliegue rápido,
la Policía Aérea del Báltico y la Agrupación Naval Permanente.
Y en el terreno político, por agudizar
la degradación de España, como lo demuestra el hecho que haya quedado excluida de las dos reuniones donde la UE ha
valorado las consecuencias del Brexit, a las que sí han asistido Holanda o
Bélgica.
Para todo ello tienen que imponer un
nuevo gobierno necesariamente en torno al PP, y un modelo político que
reconduzca el descontento a cambio de algunas concesiones y reformas. ¿Cómo?
forzando al PSOE y a Ciudadanos a sumarse a alguna forma de gran coalición,
con un voto afirmativo o al menos con una abstención limitada y en segunda
vuelta que permita gobernar a Rajoy.
Al
mismo tiempo, se produce la visita de Obama, donde, de forma insólita, el
presidente norteamericano se reunirá en plenas negociaciones para la formación
de gobierno con los candidatos de las cuatro principales fuerzas políticas (PP,
PSOE, Podemos y Ciudadanos).
Pero el hecho de que Obama visite
España (algo que no estaba previsto y se decidió hace pocas semanas) revela las
dificultades que existen para imponer sus alternativas de gobierno. En 2010
bastó una simple llamada telefónica para que Zapatero diera un giro de 180
grados a su política. Ahora el mismísimo presidente norteamericano está
obligado a desplazarse a España.
El avance de la mayoría social contra los recortes y por la regeneración
democrática ha ido acompañado de una mayor penalización en el voto a las
opciones que defienden la fragmentació, tanto en Cataluña como en Euskadi y
Galicia.
Desde
2011, las fuerzas que han defendido la fragmentación han perdido casi medio
millón de votos, un 22,9% de los que tenían hace cinco años.
Cuanto
más avanzaba la mayoría de izquierdas, y se colocaba en primer plano la lucha
contra los recortes, más descendía el apoyo social a los planes de
disgregación.
En
Cataluña, las municipales se saldaron con una mayoría de votos por la unidad
(el 51,79% del total). En las autonómicas del 27S los partidarios de la
fragmentación apenas representaron el 36,81% del censo, mientras en un momento
de máxima movilización y ofensiva soberanista, el 63,19% de los catalanes, más
de seis de cada diez, se negaron a respaldar la fragmentación. Y el 26-J, la
suma de ERC y Convergencia ha quedado reducida al 20,70% del censo.
Desde
2011, Convergencia ha perdido más de medio millón de votos, la mitad de los que
tenía. Y el 26J ha relegada a cuarta
fuerza en votos, con apenas 20.000 votos más que el PP en Cataluña.
En
Euskadi el PNV pierde por primera vez su condición de primera fuerza en
escaños, superado por Unidos-Podemos. La suma de PNV y Bildu ha perdido más de
50.000 votos, y solo representan el 27% del censo.
Mientras
en Galicia el BNG ha vuelto a perder 25.000 votos, un
32% de los que tenia el 20-D. Si lo comparamos con 2011, se ha dejado el 75% de
los votos que tenía.