El número de parados registrados subió, por cuarto mes consecutivo, en noviembre. 24.841 personas desempleadas más respecto al mes anterior (+0,6%), lo que eleva el paro hasta 3.789.823 personas.
Un dato muy malo que se va subrayado por el hecho de que en el mes de noviembre de los tres últimos años, el paro bajó. "La persistencia de altos niveles de desempleo, la creciente tasa de temporalidad, el peso del empleo a tiempo parcial, el aumento de la desigualdad salarial entre hombres y mujeres o las horas extras trabajadas pero no pagadas, siguen caracterizando nuestro mercado de trabajo"
La devaluación salarial y la precarización de las condiciones de trabajo,
promovidas por la reforma laboral, fomentan una recuperación desigualmente
repartida y un modelo de crecimiento basado en actividades poco productivas,
que basan su negocio en el uso excesivo de la precariedad y la temporalidad.
La caída de la afiliación a la Seguridad Social en noviembre (-23.674) unido al
aumento del paro (24.841) muestran una muy mala evolución del mercado de
trabajo en noviembre, registrando los peores datos en un mes de noviembre en los
últimos años. La finalización de los empleos ligados a la hostelería impulsa el
aumento del paro, que solo se ve compensado parcialmente por las contrataciones
en educación a rebufo del nuevo curso escolar y en el comercio impulsadas por la
temporada de invierno y diversas campañas comerciales.
La evolución del mercado de trabajo sigue mostrando la ausencia de cambio del
modelo productivo. La creación de empleo sigue concentrada en servicios poco
productivos y de bajo valor añadido (comercio, hostelería, servicios auxiliares)
con un peso muy reducido para la industria y los sectores de intensidad
tecnológica media y alta.
Los niveles de protección contra el desempleo se siguen deteriorando, con
descensos de la tasa de cobertura bruta, que se sitúa en el 51,1%, donde la gran
mayoría solo percibe una prestación asistencial y el importe medio de la
prestación contributiva percibida que se sitúa en 803,4 euros mensuales.
EVOLUCIÓN DE LA COYUNTURA LABORAL
Comienzo de la temporada de invierno y la larga campaña navideña
Noviembre cierra con un paro registrado de 3.789.823 personas, que sube por cuarto
mes consecutivo, con un aumento mensual de 24.841 personas paradas (+14.543 en
términos desestacionalizados). La subida del paro en noviembre de 2016 contrasta con
los descensos de años anteriores (-27.071 en noviembre de 2015 y -14.688 en
noviembre de 2014) lo que supone un dato pésimo y que y consolida la reducción del
paro en un mes en el que tradicionalmente aumentaba el paro registrado. En términos
interanuales el descenso del paro se desacelera hasta 359.475 personas en noviembre,
empeorando el dato anterior y moderando su descenso anual hasta el -8,7%.
El aumento del paro registrado en el sector servicios, tras el fin de la temporada
estival, en la agricultura y en el colectivo sin empleo anterior, no se ve compensado
por los moderados descensos del paro en la industria y en la construcción. En
noviembre el paro sube tanto entre los hombres (+12.082) como entre las mujeres
(+12.759). En términos anuales, el descenso del paro sigue siendo mayor entre los
hombres (-208.630 parados, -11,1%) que entre las mujeres (-150.845 paradas, -6,6%)
lo que mantiene la feminización del paro en España, donde el 56,1% son mujeres. En
noviembre el paro aumenta tanto entre los jóvenes menores de 25 años (6.277, +2%) y
entre la población mayor de 25 años (18.564, +0,5%)
La afiliación media a la Seguridad Social cae en noviembre (-32.832 personas) y se
sitúa en 17.780.524 afiliados en el conjunto del sistema, lo que modera el
3
crecimiento interanual del empleo hasta los 557.437 afiliados (+3,24%). En noviembre
suele aumentar la afiliación en las fases de crecimiento económico, así lo hizo en
2015 (1.620) o 2014 (5.232). La pérdida de afiliados en noviembre de 2016 nos
retrotrae a la evolución que se producía durante los años de crisis y recesión. La
variación del dato desestacionalizado de afiliación en noviembre sí es positiva y se
incrementa en 22.603 afiliados. No obstante llama la atención el elevado número de
bajas de afiliación que se produce siempre el último día del mes: el 30 de noviembre
fueron dados de baja en la Seguridad Social 156.400 trabajadores y trabajadoras, lo
que da idea de la volatilidad y precariedad de nuestro mercado de trabajo.
La variación sectorial de la afiliación al régimen general de la Seguridad Social
durante el mes de noviembre pone de relieve el profundo comportamiento estacional
del empleo. Como cada noviembre y una vez finalizada la temporada estival, el
descenso mensual de afiliación se concentra en los servicios de hostelería que
registran un fuerte descenso, que se ve compensado por el repunte de los afiliados en
educación (una parte de las nuevas incorporaciones se producen comenzado ya el
curso escolar), en comercio (temporada de otoño-invierno y diversas campañas
comerciales para impulsar las ventas antes del periodo navideño) y en el régimen
especial agrario.
Datos a partir de la EPA.
El crecimiento interanual de la afiliación a la Seguridad Social se empezó a moderar a
mediados de 2015, en línea con la ralentización del crecimiento económico que
muestran los datos de Contabilidad Nacional Trimestral (0,7% trimestral y el 3,2%
anual en el tercer trimestre de 2016). Sin embargo, a partir del verano de de 2016 el
ritmo de creación de empleo se ha recuperado, vinculado a la gran temporada estival
del sector turístico en España. Noviembre ha quebrado esa tendencia y habrá que
analizar meses posteriores para ver si se consolida cambio de tendencia.
La regresión demográfica mejora las estadísticas: el mercado laboral se encoje
Es evidente que con la recuperación económica se ha reactivado la creación de
empleo y el descenso del paro. Pero también es cierto que la pérdida de población, y
sobre todo de población activa está ayudando a “mejorar” las estadísticas laborales.
La EPA ofrece una visión más completa de la evolución de la situación laboral de la
población y muestra que el descenso del paro es mayor que la creación de empleo,
por lo que hay otros factores que explican la bajada del desempleo. Los últimos años,
desde 2012, se caracterizan por una pérdida de población (envejecimiento,
emigración) que se ha concentrado en la población activa (ocupados, parados) al
tiempo que la población inactiva crecía ligeramente durante la crisis, impulsada
inicialmente por el aumento de los desanimados y ya más recientemente por el resto
de inactivos (población jubilada y otros).
Según la EPA el paro alcanzó su nivel máximo en el primer trimestre de 2013 con 6,3
millones y la población ocupada se situó en 17 millones, muy cerca de su mínimo
durante la crisis. Entre el primer trimestre de 2013 y el tercer trimestre de 2016, el
paro ha bajado en 1,96 millones de personas, debido a un aumento del empleo de 1,5
millones de personas y la pérdida de 460.000 personas activas, fruto de la reducción
de población en edad de trabajar (por la emigración) y de un aumento de la población
inactiva (jubilados, desanimados).
La población activa masculina ha disminuido en casi un millón de personas (957.000)
desde el comienzo de la crisis, entre el tercer trimestre de 2008 y el tercer trimestre
de 2016. La población activa femenina siguió aumentando durante la primera etapa
de la crisis, alcanzó su máximo en 2012 y aunque desde entonces también ha caído, lo
ha hecho en mucha menor medida que entre los hombres.
MODELO DE CRECIMIENTO, TEMPORALIDAD Y ROTACIÓN
La creación de empleo sigue concentrada en los sectores menos productivos de la
economía española que han caracterizado tradicionalmente nuestro modelo de
crecimiento, sin evidencias que muestren el tan necesario como demorado cambio del
modelo productivo hacia uno de mayor valor añadido.
La recuperación económica reactivó la creación de empleo hasta mediados de 2015,
cuando la creación de empleo empezó a debilitarse al perder fuerza el avance de la
economía y agotarse los factores favorables extraordinarios (“viento de cola”) sobre
los que se apoyaba. La gran temporada turística estival de 2016 ha permitido
recuperar de nuevo las tasas de creación de empleo, aunque empeorando aun más la
baja calidad del empleo creado, con niveles inaceptablemente altos de precariedad.
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La precariedad laboral, en sus diferentes formas, afecta a la mayoría de la población
activa de este país y ha aumentado durante la crisis: tiempo parcial, empleo
autónomo, devaluación salarial. Al igual que la etapa de crecimiento anterior se
caracterizaron por el aumento de la precariedad laboral y la desigualdad, la recesión
y la larga crisis han disparado los niveles de desigualdad y pobreza laboral. La nueva
etapa de crecimiento viene marcada por el fuerte repunte de la temporalidad del
empleo neto creado.
Sigue sin consolidarse el cambio del modelo productivo
La variación de la afiliación al régimen general de la Seguridad Social durante el
último año (noviembre 2016-2015) muestra el impulso del sector servicios en la
creación de empleo, encabezado por las ramas de hostelería, comercio y servicios
auxiliares. En estos últimos doce meses el aumento de la afiliación al régimen general
se ha concentrado en un 49% en las ramas de comercio, hostelería, actividades
administrativas y servicios auxiliares y construcción. Las ramas marcadas por la fuerte
presencia del sector público (Administración Pública, educación, actividades
sanitarias y servicios sociales) concentran el 21% del aumento de los afiliados al
régimen general. La industria manufacturera solo concentra el 10% del aumento de la
afiliación, mientras que las actividades profesionales, científicas y técnicas apenas
suponen el 6% del empleo creado.
En el mes de noviembre la hostelería ha perdido 91.025 afiliados, seguido a gran
distancia en la pérdida de afiliados por la agricultura, sanidad y servicios sociales y la
Administración Pública. Por el contrario, la educación aumenta sus afiliados (25.121)
a rebufo del arranque del curso académico. El comercio también se apunta a la
creación de empleo (21.150), vinculado a la temporada de invierno y a las campañas
comerciales que tratan de impulsar las ventas (Halloween, Black Friday, inicio de la
cada vez más larga campaña navideña). El peso en el empleo creado de la industria
manufacturera, información y comunicaciones, actividades profesionales, científicas y
técnicas es positivo aunque reducido.
En España, la mayor parte del empleo y la actividad se ubica en actividades de bajo
contenido tecnológico, según los datos de la EPA. Solo el 7% de la población ocupada
(y un 9,4% de los asalariados del sector privado) se ubican en sectores de contenido
tecnológico medio y alto. Los datos de creación de empleo por rama de actividad al
cierre de 2015 muestran que sigue sin consolidarse un cambio del modelo productivo
ni un cambio en el patrón de creación de empleo. En 2015 apenas el 8% del empleo
neto generado (+43.000 ocupados) se concentró en sectores de contenido tecnológico
medio y alto de la industria y los servicios, mientras que el 92% se concentró en
sectores de contenido tecnológico bajo (+482.000 ocupados).
Analizando la evolución del empleo en 2015 por sectores de actividad, se aprecia la
preponderancia de los servicios de mercado en la creación de empleo, acompañado
por la agricultura, la construcción y el sector público. Por el contrario la industria
está jugando un papel muy reducido en la creación de empleo.
Datos a partir de la EPA.
El paro y la precariedad siguen caracterizando nuestro mercado de trabajo
La precariedad laboral entendida como ausencia de un trabajo de calidad que
garantice unas condiciones dignas y suficientes de subsistencia afecta a la mayoría de
la población activa de este país, ya sea en su nivel máximo (en paro y sin ingresos) o
en diferentes grados dependiendo de la calidad de las condiciones laborales.
La persistencia de altos niveles de desempleo, con amplios contingentes de población
en paro de larga duración, parados sin prestaciones o de población desanimada e
inactiva laboralmente que ya ni siquiera figura en las estadísticas de desempleo, es el
primer indicador de la precariedad laboral que registra nuestro mercado de trabajo.
Otros indicadores de precariedad son la creciente tasa de temporalidad, el peso del
empleo a tiempo parcial, el aumento de la desigualdad salarial entre hombres y
mujeres o las horas extras trabajadas pero no pagadas.
La cifra de personas inscritas en el Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE) es muy
superior al dato del paro registrado. En noviembre de 2016, además de los 3.789.823
parados registrados, existen otros 267.189 demandantes de empleo no ocupados que
no computan como parados y 1.046.611 ocupados demandantes de empleo (buscan
mejora de empleo) o disponibilidad limitada o demandan un empleo especializado. En
total, la cifra de demandantes de empleo registrados aumenta en noviembre hasta
5.103.623 personas, un dato que supera en 1,2 millones la cifra de paro registrado.
Los afiliados al régimen general de la Seguridad Social cada vez registran una peor
calidad en su empleo y una mayor precariedad. En noviembre de 2016 menos de la
mitad de los afiliados al régimen general cuentan con un contrato indefinido a
jornada completa (48%) mientras que el 52% restante presenta algún tipo de
precariedad, ya sea por su tipo de contrato (temporal) ya sea por su trabajo por horas
(tiempo parcial). Desde 2010 se viene cayendo el peso de los afiliados indefinidos a
tiempo completo, inicialmente por el avance de los afiliados a tiempo parcial y desde
2014 por el repunte de nuevo de los afiliados con contrato temporal.
partir de la EPA del INE
Los datos de la EPA también confirman el carácter precario del empleo generado
durante la actual recuperación. Entre el primer trimestre de 2013 (nivel máximo de
paro y el mínimo de empleo temporal de la crisis) y el tercer trimestre de 2016, se
han creado 1,42 millones de empleos asalariados, de los que el 76% han sido
temporales. En ese mismo periodo la tasa de temporalidad ha repuntado desde el
21,9% al 27,0%. El empleo asalariado a tiempo parcial creció con fuerza en los
primeros años de la crisis (al tiempo que caía sobre todo el empleo temporal a tiempo
completo) y pasó de suponer el 11,1% del empleo asalariado (3tr. 2007) a un máximo
del 17,7% (2tr. 2014) y bajar posteriormente hasta el 15,8% (3tr. 2016) al dejar de
crecer el empleo a tiempo parcial y repuntar el tiempo completo.
partir de la EPA del INE
La creciente precariedad laboral viene potenciada por la altísima precariedad en la
contratación: aumento de la rotación contractual, incremento de los contratos
temporales de muy corta duración (horas, días), peso creciente del tiempo parcial,…
En noviembre de 2016 el 91,1% de los contratos firmados han sido temporales (y un
tercio de todos los contratos han sido temporales a tiempo parcial) y el solo el 5,1%
son contratos indefinidos a tiempo completo (y otro 3,8% son indefinidos a tiempo
parcial). El positivo repunte de la contratación indefinida en noviembre, aunque casi
la mitad son a tiempo parcial, apenas mejora las cifras globales de contratación.
La elevada rotación laboral de los asalariados temporales es un rasgo característico de
la precariedad laboral, que empezó a repuntar con la crisis y que se ha acelerado tras
la reforma laboral de 2012. Antes de la crisis era necesario firmar en torno a 3
contratos temporales para generar un empleo temporal en términos anuales. Durante
la crisis, y especialmente a partir de 2012, ha aumentado el número de contratos
temporales que es necesario firmar para generar un empleo temporal anual y se
situaba en 4,6 contratos en 2015, evidenciando el fuerte repunte de la rotación
laboral, acelerado tras la entrada en vigor de la reforma laboral.
datos del MEySS y del INE
El fenómeno de la rotación laboral no es exclusivo de la contratación temporal y cada
vez se extiende en mayor medida a los contratos indefinidos, especialmente tras la
entrada en vigor de la reforma laboral de 2012. La recuperación del número de
contratos indefinidos firmados se está traduciendo en una menor supervivencia de
dichos contratos y su menor traslación a la creación de empleo indefinido. Cada vez
hace falta firmar más contratos indefinidos para “consolidar” a final de año un
empleo indefinido: en 2015 fueron necesarios firmar 1,45 contratos indefinidos para
crear un empleo indefinido estable que se mantuviera al final del año, cuando al
inicio de la crisis solo era necesario firmar 1,14 contratos indefinidos.
datos del MEySS y del INE
EL DETERIORO DE LA PROTECCIÓN POR DESEMPLEO
La tasa de cobertura del desempleo se está recortando y no ha dejado de caer desde
el año 2010, cuando alcanzó un nivel del 78,4% de media anual y máximos mensuales
que llegaron al 80%. La amplia duración de la crisis y su intensidad en términos de
destrucción de empleo, ha provocado el enquistamiento del paro de larga duración
que afecta a la mayoría de la población parada ha generado una situación en la que
junto a la disminución de la población desempleada en los dos últimos años, la
población en paro cada vez cuenta con una protección menor, que se refleja en el
menguante porcentaje de parados que cuentan con algún tipo de prestación, en el
descenso de su calidad media (cada es menor la proporción de parados que perciben
una prestación contributiva y mayor la de aquellos que solo perciben una asistencial)
y en la cada vez menor cuantía media de las prestaciones percibidas.
El dato publicado de la tasa de cobertura corresponde a septiembre de 2016 y se sitúa
en el 54,2% y se sigue recortando respecto al dato del año anterior (-0,5%), lo que
evidencia que el deterioro de la cobertura de la población desempleada está siendo
más rápido que la reducción del paro.
En paralelo a la caída de la tasa de cobertura por desempleo durante estos últimos
años se ha producido un descenso de la calidad de las prestaciones por desempleo, al
perder relevancia las prestaciones contributivas en favor de las asistenciales, debido
principalmente al agotamiento de las prestaciones contributivas ante la prolongada
duración de la crisis. Desde 2010 el descenso de las prestaciones contributivas ha sido
mucho más intenso que el descenso de las prestaciones asistenciales, incrementando
el peso de estas últimas sobre el total. Los datos disponibles de 2016 muestran que el
deterioro en la calidad de las prestaciones se está frenando y las prestaciones
contributivas comienzan a ganar peso en el total. No obstante, en septiembre de 2016
solo un 40% de las prestaciones eran contributivas, frente a un 60% que eran
prestaciones asistenciales.
datos del MEySS
En octubre de 2016 había 3,76 millones de parados registrados, de los que 1,84
millones carecían de prestación, 1,20 millones percibían algún tipo de prestación
asistencial y solo 718.991 parados percibían una prestación contributiva.
Al descenso en el número de beneficiaros de la prestación por desempleo se suma el
descenso progresivo de la cuantía media de la prestación contributiva percibida por
beneficiario, que en octubre se ha situado en 803,4 euros brutos mensuales, tras
registrar este mes un leve repunte interanual del 0,2%.
El descenso del número de beneficiarios y del importe medio de las prestaciones se
traduce en el descenso en el gasto en prestaciones por desempleo, tanto
contributivas como asistenciales. Entre enero y septiembre de 2016 se acumula un
descenso de 1.550 millones en el gasto en prestaciones, y de mantenerse la tendencia
el resto del año, el recorte se situará en torno a los 2.000 millones de euros al final
del año. Este descenso se añade al registrado ya en años anteriores, y que ha
reducido el gasto anual en prestaciones desde los 32.238 millones en 2010 a 20.610
millones en 2015, un recorte acumulado de 11.628 millones anuales, más de un tercio
del gasto de 2010.
Este recorte tiene su origen en un sistema de protección que no estaba preparado
para una crisis tan profunda y con una duración tan larga, a la que se añaden los
recortes impuestos por el gobierno y que no se han visto paliados con la fallida
creación del Programa de activación para el empleo.
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