Las declaraciones de la
ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Bánez, diciendo que:
“El gobierno propone
ampliar de forma voluntaria
a toda la vida laboral el periodo de cotización
exigido para calcular la cuantía de la pensión”.
Lo que “beneficiaría”, según
la ministra, a los trabajadores más castigados por la crisis, son el
pistoletazo de salida para una nueva reforma de las pensiones.
No son las pensiones de los jubilados actuales, de nuestras personas
mayores, lo que buscan. Esas ya las tienen.
Con las reformas que han realizado en los últimos 30 años se las han
rebajado un 20%, aumentando progresivamente los años necesarios para acceder a
una pensión contributiva, ampliando de 2 años a 25 años el periodo de cálculo
de la cuantía de la pensión, como hizo Zapatero, ampliando además la edad de
jubilación hasta los 67 años.
Y la última de Rajoy acabando con la revalorización de las pensiones según
el coste de la vida (IPC). La imposición del 0,25% garantiza un recorte del
poder adquisitivo, punto a punto, año a año. Un recorte del poder adquisitivo
de las pensiones en los últimos tres años de casi 1,5 puntos, equivalentes a
2.500 millones de euros.
No, no son esas las pensiones que ahora buscan con la nueva reforma.
Ahora vienen con todo a por las pensiones futuras.
Las pensiones de los trabajadores que tienen 35 o 40 años y aún tienen 25 o
30 años más por delante de trabajo hasta lo 67 años de jubilación.
Las de los jóvenes que se están incorporando ahora a sus primeros trabajos
con contratos precarios al mercado laboral.
Y las pensiones de los hijos de estos trabajadores que aún no tienen la
edad para acceder al mercado de trabajo, pero que ya están en la nómina
precaria y futura de los grandes monopolios del Ibex-35.
Tres generaciones de nuevos pensionistas están en el punto de mira de las
nuevas reformas que se ciernen sobre el sistema público de pensiones y que -si
no lo impedimos- pueden asestar un golpe de muerte al sistema público para
transformarlo en un sistema paliativo que solo sirva para tratar los casos
extremos de quienes desde la “pobreza laboral”lleguen a la jubilación.
Habrán sentado todas las bases para lograr lo que el gran capital nacional
y extranjero vienen persiguiendo largo tiempo: sentar las bases para dar un
salto en los planes privados de pensiones y acceder al control de los más de
100.000 millones de euros anuales que mueven las pensiones.
En este número de Chispas empezamos a desentrañar la nueva reforma que preparan,
base imprescindible para hacer frente a uno de los retos más importantes de
este año que acabamos de empezar: que no nos roben las pensiones futuras de las
próximas, al menos, tres generaciones.
PP
propone en el Pacto de Toledo ampliar el periodo
para calcular la pensión a
toda la vida laboral
Un nuevo
recorte para las pensiones
Sobre
la mesa del Pacto de Toledo hay dos propuestas para la reforma de las
pensiones. Una la que proponen los sindicatos, el Partido Socialista o Podemos,
que básicamente coinciden en la necesidad de abordar entre otras medidas las
fuentes de financiación y la recuperación del poder adquisitivo. La otra,
propuesta por el PP, propone “extender a toda la vida laboral” el periodo para
calcular la cuantía de la pensión.
“El gobierno
propone ampliar de forma voluntaria a toda la vida laboral el periodo de
cotización exigido para calcular la cuantía de la pensión. Lo que beneficiaría
a los trabajadores que cotizaron más al principio o a la mitad de su vida
laboral pero no al final de la misma”.
Con
estas declaraciones de la ministra de Empleo Fátima Bánez han presentado los medios de comunicación la
nueva reforma que pretende impulsar el gobierno.
Y aunque
tanto los sindicatos UGT y CCOO, como el PSOE y Podemos han criticado que “esa
no es la solución”, lo que hay es una ofensiva para vender la propuesta como
una reforma “beneficiosa” especialmente para los trabajadores más castigados
por la crisis ya que serían ellos quienes podrían “elegir de forma voluntaria”
acogerse a esta opción como la más favorable.
Analizar
y desentrañar lo que hay de verdad en esta reforma es vital para el futuro del
sistema público de pensiones.
Primero. La ministra se ha hecho eco de
la propuesta del PP en la Comisión del Pacto de Toledo. Según fuentes del
propio Partido Popular recogidas en el diario El Economista, el PP ha planteado
que se eleven los años para calcular la cuantía de las pensiones en torno a los
30 años, avanzando hacia el uso de toda la vida laboral.
Así
quienes se jubilaran a partir de esta quinta reforma incluirían sueldos más
antiguos, desde los años 80 del siglo pasado y más bajos que los actuales. Las
bases de cotización serían inferiores y sus pensiones serían menores que con el
sistema actual. Y con ello se reduciría el gasto de la Seguridad Social, el
verdadero objetivo perseguido con la reforma.
Ampliar
los años de cotización y sobre todo a toda la vida laboral perjudica
especialmente a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral en condiciones
de precariedad con bajos salarios y mínimas bases de cotización. Lo que
penalizaría gravemente sus pensiones futuras.
Segundo. Es en este contexto de recorte
del gasto en el que hay que situar las declaraciones de Fátima Báñez de que los
trabajadores “puedan elegir” acogerse a toda la vida laboral, incluso que
puedan “descartar algunos de los peores años de cotización”, para no ver
rebajada en exceso su pensión.
Dicen
que se pretende “compensar” a los trabajadores que han sufrido ERE o han sido
despedidos en los últimos años de su vida laboral por la crisis y que en vez de
los últimos años se puedan acoger a toda la vida laboral si esa es la opción
más favorable. Pero con ello no estarían mejorando sus pensiones si fueran
calculadas con los años actuales, sino paliando el recorte que supone un
alargamiento del periodo más allá de los 25 años que propone la reforma del PP.
Pero
sobre todo es una propuesta selectiva y restrictiva al imponer una condición:
solo podrían acogerse a esta medida quienes tengan una larga trayectoria
laboral con más de 38 años cotizados. Lo que restringe seriamente el número de
trabajadores que podrían acogerse a esta medida y deja fuera a la mayoría de
los trabajadores expulsados al paro durante la crisis, en su mayoría
trabajadores con empleo temporal (especialmente mujeres y jóvenes) y cortas
trayectorias de cotización.
También
el descarte de los peores años de cotización tiene “letra pequeña”. No podrían
eliminar todos los años con peores cotizaciones para quedarse con los 25 o 30
más favorables, sino solo unos pocos años malos, entre 2 y 5 años, “ya que lo
otro no tendría sentido”, según los representantes del PP en el Pacto de
Toledo.
Lo que
se comprende perfectamente oyendo a la presidenta de la Comisión del Pacto de
Toledo, Celia Villalobos (PP) decir que; “Hay un número importante de
pensionistas que están más tiempo en pasivo, es decir, cobrando la pensión que
en activo, trabajando” y recomendando “ahorro a los mayores de 45 años”.
Tercero. Las pensiones que vienen serían
entre un 15% y un 35% más bajas si se aplica la reforma que propone el PP en el
Pacto de Toledo.
Así lo
confirma un informe del Instituto Santa Lucía (dependiente de Seguros Santa
Lucía), presentado en noviembre pasado, que cuantifica con datos de hasta 2014
el impacto que tendría sobre las pensiones la ampliación a toda la vida
laboral.
Según
ese informe con el sistema actual un pensionista que cumpla todos los
requisitos cobra de media aproximadamente el 80% del salario que ha venido
percibiendo. Con la extensión a toda la vida laboral la pensión sería entre un
15% y un 35% más baja. Lo que está en coherencia con el estudio que manejó el
gobierno de Zapatero y que aseguraba una rebaja media mínima de las pensiones
del 17% si se aplicara toda la vida laboral como método para calcular las pensiones.
A medida
que se desentraña la propuesta del PP se entienden mejor las declaraciones de
la ministra de Empleo Fátima Bañez. Bajo la apariencia de beneficiar a los
trabajadores más mayores y a los afectados por la crisis, ofreciendo que se
puedan acoger a toda su vida laboral para calcular su pensión, lo que hay es un
caramelo envenenado cuyo objetivo es hacer pasar por bueno un nuevo hachazo a
las pensiones.
En
nombre de “garantizar el sistema público de pensiones” y “favorecer a los
pensionistas” se han hecho todas las reformas. La realidad ha sido todo lo
contrario: hoy, después de cuatro reformas en los últimos 30 años, incluidas la
de Zapatero en 2011 y otra de Rajoy en 2013, las pensiones son casi un 20% más
bajas que si se hubiera seguido aplicando el método anterior a 1985.
Vienen a por las pensiones del futuro.
1.- Las pensiones de los actuales pensionistas ya las tienen, son pensiones menguantes que han ido recuciendo con las reformas de los años anteriores.
2.- Ahora -ampliando en 30, 40 años o toda la vida laboral el periodo para calcular la pensión quieren rebajarlas hasta un 35%- porque quieren las pensiones futuras, las de las próximas tres generaciones: los trabajadores jóvenes que aún no se jubilan; los jóvenes que empiezan ahora a entrar en el mercado laboral precarios; y la de sus hijos.
3.- Y con todo eso reducir el sistema público de pensiones a un sistema asistencial, base para dar el dar el salto a la privatización de las pensiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario